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Genio y figura hasta la sepultura

Publicada el 20/09/202522/09/2025

Por Vicente Adum Gilbert.

Llevaba varios meses con la intención de escribir algo relativo al movimiento pop-rock guayaquileño de mediados de los ochenta y principios de los noventa; sin embargo, no estaba interesado en realizar un artículo histórico académico, de esos en los que los sucesos se enlazan cronológicamente para lograr un recuento ordenado de los hechos. Más bien, alejándome del rigor y de las referencias documentales, pretendía escribir algo que transmitiera cierta sensación de haber experimentado aquella interesante época de la música ecuatoriana, compartiendo con mis lectores alguna anécdota personal sobre el tema.

Hace pocos días, visité con mi hija el Museo de Broadway en Nueva York. En él había, entre múltiples objetos de los musicales más famosos de la historia, una sección con trajes y artículos de The Phantom of the Opera, en la que, al pasar por ella, se escuchaba de fondo la canción más reconocida del mencionado musical. Entonces, le comenté a mi hija que esa célebre canción había sido versionada y grabada en los ochenta por un gran músico guayaquileño, canción que formó parte del musical y disco Un Cuento de Navidad de 1988. Fue por esta insospechada coincidencia, que «como un balde de agua fría me cayó», cuando, al regresar al hotel aquella noche, me enteré por las redes sociales de que aquel gran músico al que me refería había fallecido ese mismo día de manera súbita y prematura.

Para aquellos lectores de las generaciones recientes, a quienes no puedo culpar por no haber entendido la evidente referencia del párrafo anterior, estoy hablando de Mike Albornoz. Decir que Mike fue un gran músico es quedarse corto, porque además de haber sido un exitoso compositor, cantante y pianista, fue también un gran bailarín, actor y productor.

Debe haber sido en el Show de Bernard que vi por primera vez el video de la canción San Viernes en 1987. Me quedé absorto. Para un niño de 11 o 12 años que tenía como referentes musicales a los principales exponentes del rock latino, del pop, rock y pop-rock, escuchar este tema fue como pararse dentro de un torbellino. «¡Qué increíble esta canción! ¿En verdad es hecha en Ecuador?», recuerdo haber pensado. Me convertí en un fan instantáneo, fanatismo que no hizo más que incrementarse cuando, al poco tiempo, escuché Un balde de agua fría, con aquellas dos extraordinarias secciones de piano en las que el estilo de la canción cambiaba radicalmente a algo similar al ragtime. Recuerdo haber tratado de imitar, con limitado acierto, uno de estos solos de piano en el anticuado órgano Yamaha que había en mi casa, y en el que había dado mis primeros pasos musicales cuatro años antes.

Por aquellos años, los artistas locales solían hacer giras radiales, asistiendo a los programas del momento para dar entrevistas promocionales. Durante la época del rock latino, la estación más escuchada por la juventud guayaquileña era, sin lugar a dudas, i99, donde el locutor más popular tenía el extraño apodo de «la Rana René». Escuché atentamente la entrevista radial que dio Mike en el programa de «la Rana», y aproveché la transmisión para grabar sus canciones en un casete, rogando que el locutor no hablara mientras estas estaban al aire. No sé por qué razón se me ocurrió llamar a la radio, ni por qué virtud del azar me contestaron. Pero mi sorpresa fue mayor cuando, luego de pedir hablar con Mike, me lo pusieron al teléfono durante el corte comercial. Ahí estaba yo, un peladito de 11 años, hablando con el gran Mike Albornoz, a quien por esos días veía tan genial y lejano como Gustavo Cerati (Soda Stereo) o Jorge Martínez (Ilegales). La conversación no fue más que un saludo y una sincera felicitación por sus canciones; pero me causó buena impresión la sencillez que podía tener alguien a quien consideraba una estrella del rock.

A Un balde de agua fría le sucedió una serie de canciones exitosas lanzadas entre finales de los 80 e inicios de los 90, muchas de las cuales se convirtieron en auténticos himnos de la juventud ecuatoriana, entre las que destacaron: No puedo olvidarte, Mi perfecta manera de amar, Loco por tu amor, Abrázame, y la extraordinaria versión pop de 1990 del pasillo Sombras, cuyo controversial video fue grabado en el cementerio de Guayaquil. Nunca supe la razón por la que, a partir de 1992, Mike dejó de producir y lanzar música nueva, desapareciendo de las radios y los programas de videos musicales.

Con la llegada de la adolescencia, me incliné musicalmente hacia el hard rock y la guitarra eléctrica, dejando de lado el añejo teclado Yamaha y buena parte de mis gustos y referentes musicales del pasado. Luego, llegaron los años universitarios, en los que algunas de las baladas de Mike se convirtieron en material obligatorio para las guitarreadas politécnicas, reafirmando su estatus de himnos, aunque matizados por la nostalgia, ya que siempre evocaban algún pasado feliz entre los contertulios.

Un día, probablemente en 1999, recibí una llamada a mi teléfono fijo. Era mi pana Juan Carlos Macio, reconocido baterista de rock, quien me preguntó si quería formar parte de una banda para unas presentaciones. Cuando le pregunté quién iba a cantar, me dijo: «Es para la banda de Mike Albornoz». Como Mike, a quien ya conocía desde el 96 o 97 (cuando Crissis grababa su disco Cuando no nos miran), había estado «fuera del aire» durante bastante tiempo, me sorprendió que hubiera decidido volver a la actividad musical. Tomé la convocatoria con bastante indiferencia, ya que para ese momento mi admiración por la música de Mike se había diluido sensiblemente y lo percibía como un músico más, igual que los demás. A pesar de esto, decidí aceptar e ir al primer ensayo, ya que mi banda «titular» se había desintegrado hacía poco.

Recuerdo que en el primer ensayo tocamos unos covers de Billy Idol y de Queen. Mike, quien era una gran persona, me regaló un original de su, en ese entonces, nuevo CD (Maik en Terapia Incentiva), que contenía nuevas versiones de sus éxitos del pasado. Quedamos en sacar San Viernes, Balde de agua fría y Tus Besos para el siguiente ensayo, y así hicimos. En ese segundo ensayo practicamos primero los covers de la semana anterior y luego empezamos a tocar la nueva versión de la canción Tus Besos. Todo transcurrió con normalidad hasta que entramos al puente, donde la canción cambia radicalmente, tanto armónica como instrumentalmente; aquella parte en la que el tema, luego del aumento de la tensión emocional provocada por una potente sección instrumental, desemboca en: «y es por eso que me adueño de tu boca y me embriago suavemente…». Pero cuando Mike, quien estaba sentado en el sintetizador, levantó la voz para cantar «con el néctar de tu amor», lo hizo con una maestría, una gestualidad y un sentimiento tal que la piel se me erizó. Recuerdo haber dicho para mis adentros: «¡Qué hijueputa!», expresión que en este país denota una gran sorpresa y emoción. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que no estaba tocando con un cantante más o con un músico cualquiera, sino con el gran Mike Albornoz, la leyenda del rock guayaquileño, aquel genio musical al que había admirado en los ochenta y quien se había ganado nuevamente mi admiración, pero, sobre todo, mi respeto como músico.

Como por aquellos meses yo me encontraba trabajando en mi tesis de grado y luchando contra las últimas materias de la carrera de ingeniería mecánica, tuve que dejar la banda luego de varios ensayos, ya que el tiempo simplemente no me era suficiente para cumplir con mis obligaciones universitarias, manteniendo un mínimo de horas de sueño que me permitiera no colapsar por el agotamiento. De esa experiencia me quedó la satisfacción de poder decir que toqué en la banda del gran Mike Albornoz, genio y figura… hasta la sepultura.

Me extraña que la música del movimiento pop-rock guayaquileño de los 80 (Right, Clip, Reynaldo Egas, Mike Albornoz y Tranzas) sea prácticamente desconocida para las nuevas generaciones, como si no hubiera existido, y que no haya sido versionada todavía por artistas nacionales contemporáneos. La calidad de las composiciones de estos músicos es extremadamente elevada y, a pesar de las limitaciones locales en las técnicas de grabación de la época, el sonido de las grabaciones es aceptable. Tal vez sea el momento de un revival de la música de estos artistas; tal vez sea una oportunidad que podría ser explorada por los productores musicales de la actualidad… Tal vez simplemente estoy hablando tonterías. Pero, mientras escribo este relato, he estado escuchando aquel CD que Mike me regalara en ese primer ensayo, y no he podido dejar de sorprenderme por las extraordinarias composiciones y grabaciones que nos dejó. Repetí varias veces algunas de las canciones, acto que constituye un tributo implícito al talento musical del artista escuchado.

Buen viaje, Mike, y gracias por tu música.

13 comentarios en «Genio y figura hasta la sepultura»

  1. Manuel De Guzmán Ollague dice:
    20/09/2025 a las 6:08 PM

    Sentido escrito y gran historia. Gracias por escribirla y compartirla.

    Responder
    1. Vicente Adum Gilbert dice:
      20/09/2025 a las 9:27 PM

      Gracias por leer y comentar.

      Responder
    2. Pablo Vega dice:
      07/10/2025 a las 11:19 AM

      Excelente articulo!
      Saludos desde Quito.

      Responder
  2. Maria Delia dice:
    20/09/2025 a las 7:37 PM

    Picasso!
    Me encanto el relato, no sabia que habia fallecido.
    Buenos tiempos y buenas rolas!!
    No tenia idea que te gustaba su musica.
    👍

    Responder
    1. Vicente Adum Gilbert dice:
      20/09/2025 a las 9:29 PM

      Sí, me gustaba su música. También la de Right, Clip, Reynaldo Egas y las primeras canciones de Tranzas. Taller era otro grupazo de ese tiempo (Noches de Alcohol y El Tipo Común). Gracias por tu comentario.

      Responder
      1. Andrés Valarezo dice:
        21/09/2025 a las 10:55 AM

        Muy buen relato. Me acordé de esa fiebre del rock en español, era algo nuevo para mí generación, y sobre todo el escucharlo de artistas ecuatorianos. Época que todavía tenía su inocencia y autenticidad.
        Que en paz descanse.

        Responder
  3. Majo Muñoz dice:
    23/09/2025 a las 8:24 AM

    Increíble ! Gracias a la música tuve el gusto de conocerlo y compartir escenario con Piano man 🙏🏻 El rock ecuatoriano fue y es lo mejor que tenemos, en mis shows (siempre que el caso amerite) incluyo dos o tres canciones de la época y siempre pegan, la gente vibra y no es por gusto…

    Responder
  4. Juan José Zevallos Franco dice:
    23/09/2025 a las 9:37 AM

    Tremendo artículo como siempre querido Vicente, parafraseándote “¡Qué hijueputa!”.
    Gran abrazo,

    JJ

    Responder
  5. Gabriela Nevarez dice:
    23/09/2025 a las 2:31 PM

    Qué bien escrito, Todo lo dicho aquí, es un homebaje póstumo. Esa época de los 80 y 90 del rock latino fue grande y me encanta hasta ahora y fue grande para nuestros músicos también, hubo más de uno que sonó con ganas y muchos más muy buenos que no llegaron hacer «famosos». Bandas colegiales, que no se si aún existan como en nuestra época, pero recuerdo esas fiestas organizadas y kermeses en donde publicitaban la banda que tocaría para entusiasmarnos a ir. Gracias Chento por esta gran historia.

    Responder
  6. Verónica franco dice:
    24/09/2025 a las 5:24 AM

    Gracias por tan excelente artículo ,un excelente ser humano y artista .

    Responder
  7. Agustín Vera dice:
    24/09/2025 a las 6:25 AM

    Te pasaste Chento! 👏. Un merecido homenaje póstumo a un “grande” de la música ecuatoriana al nivel de JJ. Tuve la suerte y dicha de conocer en lo personal a Mike y fue realmente un genio musical y sobretodo un gran ser humano! Que Dios Padre lo tenga en su Gloria! 🙏🏻✌️😎

    Responder
  8. Karina Teran dice:
    26/09/2025 a las 5:42 PM

    Una gran nota que describe bastante bien quien fue nuestro Mike como artista. Aunque no “gran bailarin” si un “great mover” talentosísimo y completísimo en el genero de teatro musical. Como productor musical sus arreglos de los musicales americanos para las versiones de Danzas Jazz eran excepcionales y sí que los bailamos con ganas! Eternamente agradecida por su amistad fuera de los escenarios y aun en la distancia. Me quedaste debiendo la visita a NYC amigo querido… nunca quisiste irte, amabas sinceramente tu ciudad y tu pais. Concuerdo en que las nuevas generaciones debieran revivir su música de la que debemos sentirnos por siempre orgullosos como ecuatorianos.

    Responder
  9. Leyla Suárez dice:
    28/09/2025 a las 7:21 PM

    Mike Albornoz fue un gran artista, desbordaba talento, sus videos eran muy creativos y novedosos para la época, en una entrevista dijo que para hacer arte no se necesita de una gran inversión, sólo dejar volar la imaginación y amar lo que se hace.

    Responder

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