Por Vicente Adum Gilbert.
Existe un refrán popular que afirma que una imagen vale más que mil palabras, dicho que es casi un mantra para aquellos que, con el minimalismo instalado en su subconsciente, se dedican al arte de la publicidad o al marketing. Les doy la razón en aquel ámbito: un anuncio publicitario con la foto de un helado será mucho más alusivo y apelará con mayor fortaleza a los antojos primitivos de un individuo que un párrafo que puntualice de manera rigurosa y prolija los atributos del referido producto. En tal caso la imagen termina siendo, en efecto, una herramienta de venta mucho más efectiva que un texto descriptivo de mil o más palabras.
Sin embargo, desde una perspectiva historiográfica sucede todo lo contrario. Si bien una fotografía patrimonial aislada puede despertar admiración, añoranza, nostalgia o sorpresa en quien la observa, ésta revela solamente una historia parcial, a toda luz incompleta, que deja a la mayoría de espectadores deseando conocer mucho más sobre la misma, con ese sabor agridulce propio de la curiosidad insatisfecha. Las interrogantes comunes que tienden a generar las mentes indagadoras tras la contemplación de una imagen histórica suelen tomar la forma de preguntas como “¿En qué año fue tomada?”, “¿En qué calles estaba esto?”, “¿Quién es la persona que aparece en la imagen?”, o incluso, “¿Qué mismo es lo que estamos viendo?”. Por ello, en mi opinión, la publicación o exposición de una fotografía antigua necesita siempre estar acompañada de una explicación del contenido de la misma, ya que quien la observa y la aprecia necesita una descripción complementaria de la misma para satisfacer, al menos en parte, su apetito de conocimientos. Son los investigadores históricos, apoyados en documentos primarios y testimonios verificables, los llamados a contestar los mencionados interrogantes de manera apropiada. Es por esto que considero lamentable cuando en redes sociales aparecen hermosas fotografías patrimoniales acompañadas de ninguna otra descripción más allá de frases genéricas del tipo “¡Qué lindo mi Guayaquil de antaño!” o “Memorias urbanas”, hecho que empeora geométricamente cuando esta pírrica descripción lleva incorporados datos históricos errados.
La fotografía que encabeza este artículo es un caso interesante y característico de lo señalado en el párrafo anterior (figura #1) (1). La imagen, a pesar de su belleza y singularidad, fue una de las que, en 2020, decidimos no incluir en el libro Guayaquil – Historias a Color debido a que, en aquel año, con las hemerotecas y bibliotecas cerradas por la pandemia, no nos fue posible encontrar suficiente información que sustentara un texto descriptivo que ofreciera una explicación fidedigna sobre la fotografía y el monumento que en ella aparece. Cuando logré encontrar las fuentes que aclaraban el misterio de la foto, tres años después, ya era muy tarde para incluirla en la primera edición del libro, por lo que la documentación quedó reposando en mis archivos, hasta que, hace poco, la peculiar imagen volvió a llamar mi atención al aparecer publicada en Facebook, acompañada de los mismos datos escasos e imprecisos con los que había sido catalogada por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), de cuya página web ha sido tomada. De acuerdo con esta institución, en la imagen aparece un “monumento por el Centenario de la independencia de Guayaquil” y está fechada entre 1918 y 1928 (1). En otras instancias ha llegado incluso a afirmarse que el monumento fue construido en 1909 para la conmemoración del centenario del llamado “primer grito de independencia”. ¡Nada más alejado de la verdad!
En realidad, el objeto principal que aparece en la fotografía es uno de los monumentos temporales que fueron erigidos en octubre de 1915 para celebrar la independencia de Guayaquil, cinco años antes del centenario. El monumento, que fue elaborado por encargo de la colonia española, estuvo ubicado sobre la calle Illingworth, en su intersección con el Malecón, frente al antiguo edificio del Club de la Unión. El conjunto, que representaba a la poesía, estaba compuesto por un hemiciclo de estilo clásico de cuyo eje central se erguía una columna que compartía su pedestal con las estatuas de un león y una figura humana, y en cuyo capitel se asentaba otra escultura humana, ambas sosteniendo en sus manos “una corona y en actitud de ceñir con ella la frente de los bardos” ecuatorianos y españoles, cuyos nombres estaban escritos en letreros colocados en postes que se levantaban sobre el hemiciclo. En la fotografía puede leerse en dichos letreros, de norte a sur, los apellidos de los escritores Olmedo, Montalvo, Calderón, Cervantes y Zorrilla (2).
Por parte de la colonia española, los principales miembros de la comisión responsable de la construcción del monumento fueron los señores Lorenzo Tous, José Solá (ambos exitosos comerciantes del Guayaquil de inicios del siglo XX) y Miguel Marcet (2). Una inspección minuciosa del negativo de la fotografía en alta resolución permite concluir que el monumento estaba construido con madera y telas pintadas, siendo, por otra parte, muy arriesgado conjeturar sobre el material de las estatuas que formaban parte del conjunto. En la figura #2 puede apreciarse otra fotografía del mismo monumento publicada en la prensa local (2).
Aquel año, las principales colonias extranjeras de Guayaquil y otras instituciones locales fueron comisionadas, de acuerdo al programa municipal, para el adorno u ornamentación de las calles y plazas de la ciudad para la conmemoración de la independencia (2). Una crónica de la época señalaba que “honrosa mención han merecido las colonias extranjeras por el entusiasmo conque [sic] se asociaron á los regocijos públicos y la generosidad conque [sic] contribuyeron á la ornamentación de la ciudad” (3), de lo que se deduce que los costos asociados con la construcción de los monumentos temporales corrían por cuenta de las colonias e instituciones participantes.
La colonia china erigió una pagoda oriental provisional “arreglada con exquisito gusto y alumbrada con infinidad de luces” (2). Esta pagoda fue colocada en el terreno que quedó desocupado luego de que la antigua Casa Consistorial fuera incinerada en 1908, mismo terreno en el que en la actualidad se encuentra el Palacio Municipal, solar que en 1915 era considerado parte del parque Sucre. En la figura #3, puede apreciarse el monumento de la colonia china, y tras éste, sobre el lado izquierdo de la foto, la Gobernación; y a la derecha, pasando el Malecón, el edificio del mercado norte (o mercado de la orilla), con su característica torre del reloj (la misma máquina que se encuentra actualmente instalada en la torre morisca). El comisionado por parte de la colonia china para la ejecución de estas obras fue el señor C. Tay Sing (2).
Por su parte, las colonias francesa e inglesa se encargaron de la ornamentación de las dos primeras cuadras de la calle Aguirre. “Esta calle estaba lujosamente engalanada con banderitas y anchas fajas tricolores que colgaban de los balcones. También levantaron un monumento representando á la alegoría de la Unión, teniendo en su mano derecha la bandera francesa y en su izquierda la inglesa. Sobre la estatua se veían flotar las banderas de ambas naciones y al medio de éstas la ecuatoriana” (2). El arco provisional construido por estás dos colonias por medio de los comisionados H. W. Wilson, G. B. Alison y Julien Martin, fue colocado sobre la calle Aguirre, en su intersección con el Malecón (figura #4).
En la avenida Nueve de Octubre, entre las calles Pichincha y Pedro Carbo, la colonia peruana levantó un monumento que consistía de una columna en homenaje a los héroes de la independencia de Guayaquil (figura #5), “el cual estaba lujosamente adornado con flores y guirnaldas” (2). Además de erigir esta columna, la colonia peruana estuvo encargada de la ornamentación de la calle Pichincha desde Aguirre hasta Bolívar, siendo sus comisionados los señores Eduardo Muelle, Rodrigo Arrarte, César Coronel y Andrés Franco (2). La fotografía de este efímero monumento que aparece en este artículo fue tomada en dirección hacia el oeste. Así, a la izquierda de la columna se alcanza a distinguir una de las torres de la iglesia San Francisco; y a la derecha del pedestal, los cerros de la zona de San Eduardo.
Otras colonias que participaron en la construcción de monumentos temporales para la celebración de la independencia de Guayaquil en 1915 fueron la italiana y la colombiana. La colonia italiana “erigió un kiosco frente á la estatua de Rocafuerte, el mismo que estaba rodeado por ocho columnas, las cuales se veían entrelazadas con flores de papel de color nacional, farolitos chinos y una infinidad de banderas, dando un hermoso golpe de vista”. La colonia colombiana, por su parte, “había tomado á su cargo el arreglo de la Avenida Olmedo, en la cual se levantó una columna, representando un castillo. Todo el parque estaba rodeado de banderitas, faroles chinos y festones” (2). Además de las ya mencionadas, múltiples instituciones y sectores guayaquileños participaron en la ornamentación e iluminación festivas de las calles y plazas de la ciudad: la Empresa de Carros Urbanos, la banca, la colonia alemana, la colonia norteamericana, la colonia chilena, el ejército, la prensa, entre otras; aunque no todas ellas construyeron monumentos temporales (2).
Las fotografías incluidas en este artículo dan fe de la destreza y habilidad de los carpinteros y artesanos locales para construir obras espléndidas en madera que aparentaban estar hechas con mármol o piedra (como ejemplo adicional, véase la figura #6), tal como solían hacer con las fachadas de las edificaciones de la ciudad, que generaron admiración de propios y extraños. Por otro lado, el derroche con el que se conmemoró la independencia en 1915 nos habla de una época en la que la economía guayaquileña estaba en auge, gracias a los ingresos generados por la importación de cacao, la fortaleza de la banca costeña, el comercio local, y a la creciente industrialización que experimentaba la provincia.
Referencias
1. Instituto Nacional de Patrimonio Cultural. Monumento por el Centenario de la Independencia de Guayaquil, Guayas. [En línea] [Citado el: 23 de junio de 2024.] http://fotografiapatrimonial.gob.ec/web/es/galeria/element/968.
2. —. La Ornamentación de la Ciudad. 30 de octubre de 1915, 45, pág. 7.
3. —. Crónica ilustrada de las Fiestas conmemorativas del 9 de Octubre. Nota editorial. 30 de octubre de 1915, 45, pág. 1.
4. —. Fiesta de Minerva en la Plaza de Rocafuerte. 30 de octubre de 1915, 45, pág. 3.
Desconocia que una delagacion habis
leventado la columna dd procdres de la Independenci de Gusyaquil(Ecuador).
Desconocia que una delagacion habis
leventado la columna dd procdres de la Independenci de Gusyaquil(Ecuador).
No es la columna de los próceres que conocemos en la actualidad. La que aparece en este artículo fue parte de uno de los monumentos temporales que fueron levantados por las colonias extranjeras en 1915 para la celebración de la independencia de ese año. Saludos.