Por Vicente Adum Gilbert.
El parque Stella Maris ubicado en El Guasmo, al sur de Guayaquil, conservaba un antiguo tesoro ferroviario entre sus instalaciones. Eran pocos, tal vez contados con los dedos de una mano, los que sabían sobre la existencia, historia e importancia de una pequeña locomotora que, a pesar de reflejar la huella del paso del tiempo y de haber sido víctima de cuestionables criterios estéticos al momento de ser repintada como monumento, revelaba, tanto al curioso como al conocedor, su secreto: había sido protagonista de la historia industrial del Ecuador.
La locomotora en cuestión era una pequeña máquina a vapor de tipo 0-4-0 (Figura 1) que había sido fabricada por Davenport Locomotive Works en julio de 1919 en Iowa (USA), y que había sido adquirida por intermedio de Allied Sugar Machinery Co. de Nueva York para el Ingenio San Carlos, donde operaba con el número 5 en un ferrocarril de trocha angosta (600 mm) cuya función principal era el transporte de la materia prima desde los cañaverales hasta los trapiches. Este ferrocarril industrial había sido instalado en 1916, cuando el Ingenio San Carlos pertenecía a Carlos Lynch, quien lo había fundado en 1897.
El uso de vapor para locomoción industrial en Guayas había empezado a finales del siglo XIX, cuando varios ingenios azucareros, adquirieron locomotoras para los mismos fines indicados en el párrafo anterior, facultando de esta manera la intensificación del transporte de la caña desde la plantación hasta los ingenios y potenciando la producción de azúcar. Antes de la llegada de las primeras locomotoras a vapor a la industria azucarera, el transporte de la caña cortada se hacía únicamente con carretas tiradas por animales.
Tan relevante fue para el Ecuador este proceso de tecnificación industrial representado por los ferrocarriles y el uso del vapor en los ingenios, que el Banco Comercial y Agrícola, que era un banco hipotecario y de emisión, colocó en el arte de su billete de veinte Sucres una plataforma ferroviaria repleta de caña cortada, mientras un grupo de zafreros la descargan. Este mismo banco fue el que en 1911 concedió al ingenio San Carlos un préstamo para adquirir nuevas maquinarias.
Esta locomotora Davenport junto con otras que pertenecieron al Ingenio San Carlos, permanecieron en actividad hasta mediados de la década del ochenta, cuando fueron retiradas de servicio definitivamente. Para 1988, muchas de estas locomotoras se encontraban almacenadas en el ingenio (Figura 2). Se desconoce cómo la máquina número 5, que tenía el número de serie 1733, terminó como elemento decorativo en el parque Stella Maris, sin embargo, se infiere que habría sido donada o vendida por el ingenio a la Municipalidad junto con su ténder y varias plataformas ferroviarias para transporte de caña con la finalidad de ornamentar el lugar, donde además de la misma, había un antiguo avión de tipo Gloster Meteor de la Fuerza Aérea Ecuatoriana.
Luego de conocer que, debido a presuntas obras de remodelación en el Parque Stella Maris, esta locomotora había sido removida de su lugar de descanso y había sido enviada a patios municipales ubicados en “la entrada de la ocho”, y conscientes de la importancia y singularidad de esta máquina, miembros de la Fundación ADFE Amigos del Ferrocarril, preocupados por la preservación de la historia y bienes ferroviarios en el Ecuador, realizaron una visita para inspeccionarla en los mencionados patios, donde fueron recibidos por el Jefe del Departamento de Control y Mantenimiento de Vehículos y Maquinarias del Municipio de Guayaquil, Ing. Hugo Ibarra. Luego de la inspección determinaron que la locomotora todavía podía ser restaurada estéticamente para fines educativos o de exposición en un museo, por lo que dirigieron una carta a la Alcaldía de Guayaquil, recibida el 24 de septiembre de 2020, en la que solicitaban que la locomotora fuera donada a la fundación. Los miembros de ADFE, luego de transcurrido un tiempo prudencial y con la ausencia de una respuesta oficial por parte del Municipio, se enteraron de que la locomotora Davenport que estaba en el parque Stella Maris y que tenía 101 años de antigüedad había sido inexplicablemente chatarrizada.
Además de representar una pérdida para la historia ferroviaria e industrial de la provincia y del país, es necesario hacer notar que este ejemplar era una de las pocas locomotoras de trocha angosta fabricadas por Davenport Locomotive Works que sobrevivían hasta la actualidad, lo que extrapola esta pérdida al mundo entero.
El indigno final de esta centenaria pieza de la historia industrial del Ecuador debe llevarnos a considerar seriamente la necesidad de crear un museo que se encargue de recopilar y conservar los escasos artículos sobrevivientes que han sido parte del desarrollo industrial y tecnológico de la ciudad y del Ecuador, de tal manera que generaciones futuras puedan, mediante su observación y estudio, lograr una mejor comprensión sobre la tecnología, los procesos, los errores y los aciertos de las empresas y empresarios que sentaron las bases de la industrialización en Guayaquil y el país. Que no se repita este desacierto causado por la ignorancia o indiferencia de determinados funcionarios municipales.
Que indignación ver tanto que me importismo por las reliquias de mi lindo Ecuador, pero para valorar cosas insignificante invierten miles de dólares, hasta cuando la POLITICA CORRUPTA NOS TIENE PISADO LA CABEZA.A LEVANTARNOS Y PONER EL PUÑO EN ALTO Y GRITEMOS FUERA GENTE SIN MORAL Y SIN CORAZON !!!!